viernes, 16 de marzo de 2018

INICIATIVAS PARA ATENDER A LA 3ªEDAD

Siete propuestas para combatir la soledad y aislamiento de las personas mayores.



Las declaraciones recogidas en la encuesta no otorgan legitimidad para expresar las inquietudes de las personas mayores. Hay tantas respuestas como personas, por lo que hay que proponer soluciones que tengan en cuenta a cada individuo en mismo seno de las soluciones colectivas.



1. Tener en cuenta la diversidad de soledades



Todas las soledades no son equiparables y la evaluación global de las personas mayores debe tener muy en cuenta el aislamiento.



2. Pasar de “hacer por” al “hacer con”



La riqueza del análisis cualitativo demuestra el importante papel que las personas mayores desean tener para elegir su manera de vivir. Creer en su capacidad para cambiar las cosas evita limitarse a poner en marcha un proceso asistencial que proviene del exterior, y obliga a elaborar, junto con los interesados, unas respuestas apropiadas.



3. Reforzar la coordinación a nivel individual : “los asistentes sociales”



Existen lazos complejos entre salud de las personas mayores, aislamiento y soledad. Los programas de acción establecidos en este campo por los poderes públicos constituyen ciertamente una buena baza para atender mejor a los mayores. No obstante, el envejecimiento previsto de la población lleva en particular a prever un reforzamiento de las coordinaciones.



El “asistente social” está integrado en un tejido de proximidad. Su función es de coordinación, pero también de supervisor, y facilita una prevención efectiva a nivel de la persona mayor. Puede detectar un cambio de estado que precise la intervención de un profesional de la salud, pero sobre todo tiene de la persona una visión global que considera la situación real en la cual se encuentra en un momento dado y las evoluciones de estas situaciones. Su posición ante los potenciales diferentes intervinientes, facilita la sinergia entre estos diferentes actores al servicio de la persona y constituye muy probablemente una buena baza en la prevención y lucha contra el aislamiento.



4. Fomentar las relaciones de vecindad



Los testimonios recogidos en la encuesta “Aislamiento y vida de relación”, así como lo que se ha escrito sobre el tema, demuestran que las personas mayores desarrollan ya por sí mismas unas estrategias para ampliar sus relaciones de vecindad. “(…) Escucho a la vecina y salgo ex profeso al rellano al mismo tiempo que ella. En una casa de vecinos, es bueno, porque uno está obligado a hablar. Hay que tomar un tiempo para encontrarse con la gente. Es largo tejer lazos de amistad (…)”.



Recurrir a las diferentes modalidades de vecindad, podría dar lugar a mecanismos catalizadores, que es lo que claramente desean las personas a las que se ha preguntado. La operación “inmuebles en fiesta – la fiesta de los vecinos” constituye un ejemplo muy interesante en este campo. Esta experiencia que ha reunido a más de 4.500.000 participantes, según los promotores, muestra la importancia de la iniciativa privada en este campo, pero asimismo el interés de que los poderes públicos sostengan tales manifestaciones.



Los colectivos territoriales, consejos generales y ayuntamientos tienen sin duda que tener un papel de primordial por el hecho de su legitimidad y por la confianza que suscitan, favoreciendo así la participación en este tipo de encuentros. El otro elemento a subrayar es el carácter abierto de este tipo de intercambio que no está reservado a una edad determinada y no agrupa a las personas alrededor de una actividad que se verían obligadas a practicar. El único criterio tenido en cuenta es el del sitio geográfico. La dimensión territorial es pues primordial.



5. Reforzar el capital social



El capital social puede definirse muy esquemáticamente como el conjunto de las relaciones sociales de las que dispone un individuo. Este capital se construye a lo largo de la vida y atestigua aquí también la importancia de la prevención, incluso en este campo.



Cuidar el capital social, favorecer, con acciones concretas hacia públicos de diferentes edades, las situaciones que permitan al conjunto de las personas acumular, a lo largo de la vida de este capital social, constituye ciertamente una buena baza para luchar contra el aislamiento.



Parece ser que los europeos que tienen más capital humano y capital económico, son los que tienen más capital social. El capital humano al que se hace referencia se constituye a partir de las experiencias de la vida y de la educación. Este hecho merece pues una atención particular de la que volveremos a hablar.



6. Promover el intercambio intergeneracional



Diferentes estudios insisten en la función de Internet como herramienta susceptible de facilitar los lazos entre generaciones. En el transcurso de un seminario de investigación, los participantes han subrayado que la edad avanzada no deteriora la esperanza de empleo de las Nuevas Tecnologías de la Información de la Comunicación y que los mayores pueden aprender a condición de que tengan interés.



Las experiencias que se han presentado abundan en la idea de desarrollar lo más posible proyectos globales y no destinados unidamente a los mayores, como si estos no pudiesen tener acceso a los mismos tipos de conocimientos que el resto de la población. Además de la mezcolanza generacional con ocasión de encuentros diversificados, llevan en si mismo el mensaje de rechazo a toda segregación ligada a la edad que va más allá de la simple intención.



7. Conservar el acceso a un sistema educativo



En el campo educativo, todo acontece como si con la edad de la jubilación, el acceso a la educación, presente a lo largo de toda la vida, se interrumpiera “naturalmente”. Este vínculo de la educación con el periodo llamado “activo”, lleva a la creación de redes de intercambio de conocimientos específicos, tales como la “Universidad de Mayores”, abundando en la idea de que únicamente una acción educativa específica puede convenir a un publico más mayor.



Ciertamente se trata de un adelanto ya que en este marco se hacen posibles intercambios fructíferos. No obstante, establecer respuestas por franjas de edad es uno de los ejemplos de la dificultad de considerar la capacidad de las personas mayores de ser productivas a lo largo de toda su vida, así como el hecho que la validación de la experiencia adquirida no se dirige a los mayores para calificar el sentido de su producción.



Algunas iniciativas valoran desde ahora la experiencia de las personas mayores que pueden contar los oficios antiguos a los niños en las escuelas, pero este tipo de intercambio no está todavía bastante difundido, no demasiado valorado.

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